Para Agu.
Naciste con manos tejedoras
de palabras inusuales,
simples combinaciones
de ideas que mucho dicen.
Los libros te dieron la tela
que tu espíritu necesitaba
y con el tiempo supiste
cómo tenías que hilarlas.
Ahora te llegan los huecos,
los espacios en blanco,
crees que no puedes llenarlos
con dibujos de letras negras.
Miras, tras el viaje de la vida,
si aún queda cabida
para un presente repleto
de los frutos para el invierno.
Ves las pulgas que se reproducen
en tu aterciopelado y viejo pelo,
y ya no eres capaz de saber
si todo esto es cierto o incierto.
Te ocurre toda clase de malicias,
parece que el tesoro luchado,
merecido, nunca arriba,
tal vez la marea no lo comparte.
Llegan monedas de goma,
parece que con ellas no comerás,
pero no olvides, gran amigo,
que en ti hay mucho más.
Estudiaste y ahora luchas
por formar la construcción
y ves al pobre edificio
que crece con dificultad.
No olvides, camarada,
que el tejado y las yeserías
llegarán a tu vivienda,
las mereces y las tendrás.
Y ahora que cae la noche,
debes recordar, amigo Agu,
que si miras hacia el cielo,
te vas a deslumbrar.
No hay secreto en esta vida
que pueda yo contarte,
tú ya sabes de más.
Lucha, como siempre,
resiste, aprende, valiente,
y siempre sonríe.
Gracias, Jose, gracias por tus palabras y por tu apoyo, es el espléndido regalo que sólo un amigo puede hacer. No se si merecido o no lo llevaré siempre conmigo, atesora toda una filosofía de vida tan necesaria en estos momentos oscuros que me rodean. Tener luces como tú hacen más fácil seguir el camino. De nuevo gracias.
ResponderEliminarLos poemas no los elige el que los escribe; siempre es al contrario. Primero hablé contigo y leí tu poema y después llegó la música y la primera parte del poema y así de un tirón ha nacido. No tienes que darme las gracias, Agu, ojalá pudiera ayudarte realmente y no con palabras. Mucho ánimo y eso que te he dicho, sonríe siempre, como tú ya sabes.
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