Llueve sol
llovía aquel día.
Una montaña lejana
una fortaleza prevalecía a la vista.
La vega llana agita su hierba al viento
no soplaba brisa alguna, sonreías.
Fue una tarde de alterada espera.
Caen las horas,
Caen siempre,
caen, se precipitan.
Caían,
caían.
Vi tu paso inquieto,
la maleta esperaba en el borde del arcén,
sabías que llegaría,
sabías que lo deseaba.
Crujió la puerta, sonó la amortiguación,
descendía el esperado.
Días lejanos, fuertes recuerdos de antaño,
un pasado que es presente,
un futuro ansioso de ser presente,
algo que llegue ya, que es potencia de placer,
la luz que un día estuvo en Venus y con el tiempo volverá
a ser la misma en los confines del universo.
Hay melenas oscuras, una mirada viva,
el movimiento rítmico de tu cuerpo,
tu presencia.
Llueve sol,
cae la luz,
se extienden las nubes
el humo de tu cigarro desde el balcón.
Cenizas sobre el plato blanco del mueble
y el cielo llora de pena
de no saber cuándo,
cuándo volverá a llover sobre tu seno.
Llueve sol, llovía,
yo era feliz aquel lejano día.
Cada vez que cierro los ojos,
es melodía la voz, un susurro,
la brisa suave, tu mano delicada.
Vuelvo de Madrid cansado y repleto de emociones y sucesos y leo estas palabras, tan delicadas y pausadas escritas con profunda melancolía, y me parece que realmente llueve este caluroso julio.
ResponderEliminarOjalá lloviera... y fuera aquel día. Tienes que contarme ese maravilloso viaje. ;) Y como siempre, gracias por tus palabras, Agu.
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