Tras haber pasado por una depresión y un fuerte tambaleo de los pilares de mi vida, recibí la llamada que me salvaría de volver a resbalar en la fosa del bajo estado anímico. Dicen que soy gracioso, que doy alegría allá donde voy. Eso me da energía y me alegra, porque no pretendo otra cosa.
Lo que no se sabe es que tras la máscara de sonrisa esbozada, hay un corazón triturado.
Me llamaron y me salvaron. Trabajé en lo que me gustaba y conocí a gente fabulosa, sean profesores o alumnos. En Lucena hasta Semana Santa. Después, tras una semana de incertidumbre, recibí otra llamada. Esta vez vino de Málaga. Me dieron a elegir y, aunque al principio no supe si había acertado o no en la elección, ahora sé que el IES Almenara fue lo mejor que me podía pasar después del IES Juan de Aréjula.
Era una mañana soleada, de cielo puro, azul, sin nubes. Había un edificio negro, un ligero dolor estomacal, fotocopias entregadas, papeles rellenados y firmados. Subí en el pequeño C3 azul metálico, me perdí por las calles malagueñas, tanta obra me tenía desorientado; por fortuna, solo debía dirigirme hacia donde nace el sol. Llegué a Vélez-Málaga. ¡Era tan familiar! Pareciera incluso que me encontrara en casa, en Salobreña.
Aparqué junto al centro, leí el cartel de bilingüe y entré. ¡Dios mío! Parecía una cárcel. Rejas verdes en mitad de los pasillos, paredes amarillas y tristes y en la sala de profesores tuve la impresión de que no sería lo mismo que en Lucena. Pero las apariencias no son lo que pudieran parecer.
Me dieron una excelente bienvenida en el departamento de francés. Enseguida tuve el material necesario. Recibí un trato cercano y pronto les he cogido una inmenso cariño. ¡Y he aprendido tanto de ellos en tan poco tiempo!
A los pocos días, "Vente, que nos vamos al tour de la tapa de Torre", me dijo Rocío. Fue el inicio de la Chupipandi. ¡Me he reído tanto con ellos! En poco tiempo todo sucede y no por menos la amistad es inferior. Risas, buen humor, charlas inteligentes, reflexiones, paseos, deporte, comida, manifestaciones, experiencias compartidas, amor. Podría escribir todo lo que me han aportado y me aportarán en los tiempos que han de venir. Las imágenes ya están fijadas en la memoria; son recuerdos de incalculable valor, que ni la crisis podrá quitarme.
El 31 del pasado mes terminó mi estancia veleña. Ha llegado el calor roquetero de nuevo y con su sofoco se ha mermado la brisa vital que un buen día de enero comenzó a inflar mi vida. Por suerte, siempre me quedará la amistad de todos ellos y el cariño inmenso de los que fueron mis alumnos. Me quedará el brillo negro de tus ojos de molinero.
Me encanta lo bien que expresas las realidades. Serás siempre un buen profesor.
ResponderEliminarun abrazo
Helmanticae Maria, muchas gracias. Tengo que seguir mejorando en esto de la docencia. Puse en práctica tu plan de ataque pero volví a fracasar. Eso sí, adoro esta profesión y deseo con todas mis fuerzas que el destino me permita seguir ejerciéndola, que vista la situación parece complicado.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus comentarios tan positivos siempre.