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El riego del blog

Acabo de crear este blog, miro el reloj y pienso "tengo apenas unos minutos para escribir algo que pueda comenzar el goteo de palabras". Sí, ya sabemos que para que algo crezca no sólo hay que plantar una semilla, sea cual sea su naturaleza, sino que debemos arar la tierra, abonarla y enriquecerla para que esa semilla que con tanto amor y esperanza hemos plantado comience a desarrollarse en la dirección deseada. Sabemos, además, que no sólo de la semilla, el arado, el abono vive esa planta que simboliza para nosotros una esperanza, un futuro mejor, un deseo incontenible de proyección. No consiste, pues, en dejarla ahora a su propia voluntad; de hecho debemos cuidarla día a día para que no se muera. Debemos, a fin de cuentas, poner un goteo regular y mesurado para que el alimento no le falte. ¡Eso es! Un goteo constante.
Por eso, ahora que vuelvo a mirar el rejoj y que me siento empujado por sus imparables segundos, intento acelerar la escritura sin ni siquiera pensar y revisar lo que este goteo de palabras acarrea tras de sí. Yo sólo acabo de abrir las compuertas de una presa rebosante de palabras que no quieren otra cosa distinta a quedarse plantadas en este terreno enmarañado que es la red interactiva y a regar con sus contenidos y continentes este blog neonato.
Así pues, dando ya por abiertas las compuertas, veremos día a día lo que de ellas ve el brillo de las pantallas que ante vosotros tenéis.

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