La gente debería pensar mejor lo que va a decir o escribir. Las palabras hacen mucho bien pero también mucho mal.
En Andalucía, por lo menos en la zona de Granada costa y Almería, todo niño pequeño sabe que puede llegar algún familiar o adulto que al grito de un " El agareo " se te lance y con otros niños, los primos o amigos, te agarren el cuerpo, te bajen el pantalón y, tras muchos forcejeos e intentos de no dejar tus partes pudendas al descubierto, acaba quedando semidesnudo de cadera para abajo y recibir un escupitajo en el susodicho pene. Yo he sufrido muchas veces el agareo por parte de mi tía la más joven, aunque nunca me escupía. A simple vista puede parecer un horror, pero en el fondo todos se ríen muchísimo. Yo con el forcejeo me lo pasaba de escándalo, envuelto en risas. Castillo de Salobreña y cruz cristiana a sus pies. Hace unos años descubrí por casualidad el origen de esta tradición andaluza. Se trata de un juego nacido en tiempos de la conversión de los moriscos. No creo que sea necesario situar los hechos, porque todos sabemos lo que ocurrió tras la c
En mi blog planteo algunas reflexiones sobre la libertad humana. Puede que el que dice algo no es capaz de controlar sus palabras, se le imponen por una especie de mecanismo electroquímico y a veces son sanadoras y a veces ponzoñosas y dañinas. Es cierto, pocas cosas hay tan peligrosas como las palabras, un simple adjetivo o sustentivo puede causarte un daño irreparable. Una amiga recuerda la relación con su abuela hace más de cincuenta años. La abuela cuando ella llegaba decía "ya viene la Simplona". Mi amiga no sabía en principio qué significaba pero el tono era ya manifiesto. Su abuela murió cuando mi amiga tenía diez años y el calificativo de la Simplona le quedó y tuvieron que pasar muchos años para lograr quitarle la carga venenosa y malintencionada que tenía. Desde luego, mi amiga no quería a su abuela pero le obligaron a besarla cuando estaba muerta, y ese momento no lo ha olvidado, cuando la Simplona tuvo que besar la frente del cadáver de su abuela. Una palabra definió una relación y una vida.
ResponderEliminarTengo que leer más tu blog. Estoy convencido de que sacaré muchas reflexiones interesante. Curiosa esta historia de tu amiga. A veces no calibramos el peso de las palabras y olvidamos que todo en el ser humano depende de ellas. Ten buen día
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