La gente debería pensar mejor lo que va a decir o escribir. Las palabras hacen mucho bien pero también mucho mal.
En este atardecer de hace un año, moría el día, como mueren las historias. En ese día, aquel, dolían los pies, como debieron doler a aquel que una vez corrió en Maratón. Aquel era este, como este era aquel, como la guerra que aquí se pierde, como la guerra que allí se inicia siempre. Yo he perdido en guerras que otros ganaron, para después ganar las que otros acabaron perdiendo. Yo, como todos, dejé coraza y casco, Dejé bandera, casa y hasta mi prado, Como el padre que un día dejó su legado. Perdí la luna y la noche se hizo oscura. Moría el sol y con él la luz. Pero bien sabemos que al igual que no hay tormenta que dure eternamente, No hay noche que dure para siempre. Hoy hace cuatro meses que nacía el sol de nuevo, Cuatro meses, con sus semanas, días, horas, minutos y segundos. Hoy no es como el hoy de hace un año. Hoy es un hoy diferente, mucho más iluminado...
En mi blog planteo algunas reflexiones sobre la libertad humana. Puede que el que dice algo no es capaz de controlar sus palabras, se le imponen por una especie de mecanismo electroquímico y a veces son sanadoras y a veces ponzoñosas y dañinas. Es cierto, pocas cosas hay tan peligrosas como las palabras, un simple adjetivo o sustentivo puede causarte un daño irreparable. Una amiga recuerda la relación con su abuela hace más de cincuenta años. La abuela cuando ella llegaba decía "ya viene la Simplona". Mi amiga no sabía en principio qué significaba pero el tono era ya manifiesto. Su abuela murió cuando mi amiga tenía diez años y el calificativo de la Simplona le quedó y tuvieron que pasar muchos años para lograr quitarle la carga venenosa y malintencionada que tenía. Desde luego, mi amiga no quería a su abuela pero le obligaron a besarla cuando estaba muerta, y ese momento no lo ha olvidado, cuando la Simplona tuvo que besar la frente del cadáver de su abuela. Una palabra definió una relación y una vida.
ResponderEliminarTengo que leer más tu blog. Estoy convencido de que sacaré muchas reflexiones interesante. Curiosa esta historia de tu amiga. A veces no calibramos el peso de las palabras y olvidamos que todo en el ser humano depende de ellas. Ten buen día
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