El amor y el odio son venenos similares con efectos diferentes. Con el amor, el cuerpo tiende a levitar y algo enguye el propio estómago y llena de hadas la cabeza; el odio en cambio convierte el cuerpo en algo pesado, triste, que produce vacío estomacal e hincha la cabeza de sensaciones terribles. Ambos proceden de la misma caja y, a menudo, se pasa del uno al otro con facilidad y, pocas veces, se pasa del otro al uno.
En Andalucía, por lo menos en la zona de Granada costa y Almería, todo niño pequeño sabe que puede llegar algún familiar o adulto que al grito de un " El agareo " se te lance y con otros niños, los primos o amigos, te agarren el cuerpo, te bajen el pantalón y, tras muchos forcejeos e intentos de no dejar tus partes pudendas al descubierto, acaba quedando semidesnudo de cadera para abajo y recibir un escupitajo en el susodicho pene. Yo he sufrido muchas veces el agareo por parte de mi tía la más joven, aunque nunca me escupía. A simple vista puede parecer un horror, pero en el fondo todos se ríen muchísimo. Yo con el forcejeo me lo pasaba de escándalo, envuelto en risas. Castillo de Salobreña y cruz cristiana a sus pies. Hace unos años descubrí por casualidad el origen de esta tradición andaluza. Se trata de un juego nacido en tiempos de la conversión de los moriscos. No creo que sea necesario situar los hechos, porque todos sabemos lo que ocurrió tras la c
Y entre el amor y el odio, algo muy frecuente que es la indiferencia.
ResponderEliminarNo lo había pensado. Tienes toda la razón.
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