Prácticas que un docente jamás debería tener la obligación de usar:
-Dar voces.
-Poner partes, amonestaciones y expulsiones.
-Mostrar desesperación.
-Decir a su grupo que es el peor que haya visto.
-Tolerar el desorden.
-Mandar copiar frases de comportamiento.
-Echar al pasillo, etc.
La lista es larga y yo ya he llegado a ella en un único grupo. Me pregunto cómo una clase con una treintena de alumnos de 1º de ESO consigue destruir los muros que guiaban y contenían el caudal habitual de mi tranquilidad docente; cómo consiguen que el caudal se desborde provocando verdaderas mareas.
Es una pregunta sencilla.
No consigo adivinar el modo de solventar tal problema. Y si no lo consigo no sé cómo llegaré a salvar los campos ya anegados. He tratado de ser rígido, de mostrarles mi cara más dura, de demostrar autoridad y, sin embargo, lo único que he logrado con ellos ha sido liquidar mi débil voz, quebrar mi capacidad de tranquilidad e, incluso, rozar los límites de los pensamientos que desembocan en frías lagunas repletas de peces muertos y de burbujas depresivas.
Una simple pregunta, un gran enigma.
Sé, por lo que he oído de otros profesores, que ese grupo es complicado, porque hablan sin parar, se levantan caóticamente y muchos son los profesores que ven en este alumnado el horror que las medidas de Rajoy y Wert van a sembrar en los cursos venideros, donde la ratio de alumnos por clase crece y el número de horas de trabajo de los profesores aumenta, lo que provocará un terrible estado escolar próximo a las entradas del, ya de por sí, averno.
¿Cómo establecer ese ambiente necesario para el aprendizaje sin que estas fieras profieran sonidos estridentes? ¿Cómo se hechiza una bestia hiperactiva y salvaje?
¿Siendo uno mismo? ¿Exigiéndose menos rigidez?
¿Tal vez con la música?
He agotado muchas fuentes. He recorrido desiertos calmando la sed con el propio sudor. Quizás solo deba dejar que fluyan. No lo sé. Lo único que puedo hacer ya es controlar la fiera que me nace del interior y volver a ser quien soy, aunque no me lo permitan. Se acabó tensar las cuerdas vocales, los tendones y el desánimo. Rescatar al niño que llevo dentro para hacerme con el enemigo.
Entretanto mañana tienen examen...
Y yo sonrío porque al menos tengo trabajo de lo que me gusta y solo es ese grupo el temible; el resto es encanto puro, recompensa al trabajo.
Debo sonreír y dejar que el tiempo me dé la razón.Con afectividad y buen humor, la educación es posible.
En la mayoría de muchos casos la educación cultural está regida por el profesor, tal vez tu problema no sea tu mano dura o tu forma de trabajar, el problema está en los padres de esos chicos que a veces, confunden que la educación ética y moral las imparte el profesorado cuando realmente no es así. El problema es meramente de comportamiento ético y la culpa de ello son los mismos padres, que confunden esos dos términos y dejan a los profesores todo el trabajo de educar a sus hijos no solo culturalmente y formarles como personas, sino el de formarles para que dejen de ser unos australopithecus afarensis con el modo I, donde la única solución que veo es utilizar el de la psicología inversa y la ignorancia que da buenos resultados. Suerte ;-)
ResponderEliminarTienes razón, Seb. Veremos lo que pasa.
EliminarBueno, bueno... cómo me gusta el tema!!!! Me he reido mucho con tu entrada, y entiendo cómo te sientes; además lo describes tú muy bien.
ResponderEliminarPropongo una solución, si no te funciona, te plantearé otra en otro momento.
Partiendo de que los resultados del examen van a ser un desastre, el lunes comenzarás con fuerza.
1º no entrarás en el aula hasta que no estén sentados todos en su sitio y con los libros en la mesa y la clase ordenada (debes hacerlo desde el umbral de la puerta e indicale lo que quieres con señales manuales)
2º debes tener paciencia, es la primera vez que lo haces y quizás el único que lo haga, y deben entender tu mensaje. 10 minutos es buen tiempo para conseguirlo.
3º entrarás en el aula y con voz baja, más bien muy baja (entre ellos hacen que se callen para oirte)le explicarás que tras el desastre de los exámenes optas por tirarlos y que van a partir de un 10 como nota, porque estás seguro que son alumnos de esa nota.
4º...ese 10 tendrá condicionantes, cada llamada de atención se descontará 1 punto... (con esto has conseguido orden y sobre todo desequilibrarlos)
5º cuando empieces a explicar, indicales que en cualquier momento puedes preguntarle y eso supondrá nota (consigues atención e interés por aprender al instante)
6º.....hay más circunstancias que contar, pero creo que por ahora sería suficiente.
NO OLVIDES
-SON NIÑOS, PERO LES ENCANTA QUE LES TRATES COMO ADULTOS
- REFUERZO POSITIVO SIEMPRE
- CUANDO SALGA ALGO MAL, BUSCALE LO POSITIVO Y NO MARQUES LO NEGATIVO
- GANATE A LOS REVOLTOSOS, ESOS MINAN AL RESTO
- Y ...TODO LO QUE TÚ HAs DICHO SERVIRÍA PARA TODO ESTE ROLLO QUE TE HE CONTADO.
uy uy uy, ¡ME ENCANTA TU PLAN DE CHOQUE! Es fantástico y el lunes lo estoy poniendo en marcha. Estoy deseando. (Aquí se oiría una risa malvada, si las palabras no fueran escritas). Muchas gracias, María, creo que me va a venir muy bien este consejo tuyo. Además me da una opción distinta. Espero conseguirlo. La semana que viene iré contando los progresos de esta nueva táctica.
EliminarGracias.
Hola jose, entiendo lo q dices pq yo tb tengo alumnos asíñ, son menos pero eso no inutiliza lo q voy a decir. El plan que te proponen es muy bueno pero a mi entender le falta una cosa. Recuerda q los grupos no existe, sino que son personas, pqñas personitas cada una de ellas, si los tratas como un grupo los perderas. Tratalos como uno a uno, entiende la personalidad de cada uno, estudialos, ya dan igual los objetivos, contenidos ni leches, ahora hay algo mas importante, que entiendan q tu tienes algo q ofrecerles a cada uno de ellos. Se que es muy dificil, pero por lo q me cuentas de ellos, mucho me temo q es tu única opcion. Sé tu mismo, encandilalos hablando no de francés, sino de la vida, de fútbol, de la tele, de lo que les interesa, luego con suerte tal vez puedas enseñarles a decir merci beaucoup, saludos y suerte.
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