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Triste realidad

Sube la prima de riesgo en mi cerebro,
cantan los pájaros o eso quiero.

Cae la bolsa con precipitación,
no es lluvia refrescante, sino dolor.

Recortan de la tela pública, la de todos,
no para elaborar ilustres vestidos, sino lágrimas.

Así lloran los corazones, se ahogan los pulmones,
¿Es un charco o un océano?
¿Es el fin de lo que era un buen momento?
¿Naufraga el trasatlántico de la tranquilidad?

Tiembla la tierra en Italia, como ya tembló una vez,
se abre el agujero por donde se derrama la osadía,
que ya de nada sirve, solo hay desconsuelo.

¿Hay esperanza?
                                                    Los gobernantes la mataron.

Salió de la urna, recorrió los bosques,
la gente era feliz, dieron la voz de alarma
y una horda de cazadores con supuesto poder
tensaron cuerdas de un arco de oro,
extrajeron las flechas del carcaj
y con puntería asesina hundieron la saeta,
fue entonces un demacrado mal muerto.

¡Por una vez que hubo abandonado la vasija de Pandora!

Sube el riesgo, la prima esa que nos va a dejar muertos,
primero la esperanza, luego nuestros tristes cuerpos.

Comentarios

  1. Ese punto de amargura la hace tan intensa y tan hiriente a la vez; que pena que cada vez haya menos gente que pueda conmoverse con unas palabras como estas. Cómo será el mundo cuando ya nadie se emocione con cosas como esta que has escrito. A veces me da la sensación de que algunos navegamos como barcos por un mar que nos ignora, no te parece. Siempre me zarandea lo que escribes, y nunca es vana tu palabra.

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