Censurar es lo único que censuro.
Hace un par de semanas apareció de repente en la red un movimiento en contra de la autora juvenil, María Frisa, debido a uno de sus libros, 75 consejos para sobrevivir en el colegio. Como odio todo tipo de censura, después de leer los diferentes argumentos de los que la criticaban y la defendían, decidí leer el tan famoso libro a estas alturas. ¡Qué sorpresa la mía! El libro no es más que un libro juvenil muy al estilo de Manolito Gafotas, con un humor parecido, lo único que desde un personaje femenino, Sara, una chica de 12 años que está a punto de terminar el colegio y que narra lo que le va sucediendo a lo largo de ese curso a través de 75 consejos, una excusa para contar la historia. Hay consejos brutos y consejos geniales. Son simples títulos que ponen sobre papel pensamientos de la edad, que un adulto corre para censurarlos, prohibirlos, eliminarlos, olvidarlos lo más rápido posible. Un adulto tiene siempre terror a que el niño se sobreponga al adulto. No me ha sorprendido absolutamente nada. Mientras lo leía trataba de ponerme en la mente de un niño de esa edad, de mí mismo con esa edad. Un niño con esa edad quiere sentirse integrado, siempre tiene algún enemigo en el colegio, es rebelde por naturaleza, coge cosas de sus padres, odia el colegio y a los adultos en general, quiere sentirse guapo y dice groserías para sentirse mayor. Un chico de su edad quiere conocer el amor, valora la amistad. No me sorprende nada lo que dice Sara. Y, al igual que a mí no me sorprende, un niño o una niña de su edad lo ve como lo normal, se siente identificado y sabe perfectamente que es un libro, ficción, a pesar de que todo lo que lee en ese libro es muy cercano a lo que piensa y muchas veces a lo que él mismo hace día a día.
Por esto me parece una aberración que hayan querido que se saque del mercado el libro. Yo me crié leyendo y viendo de todo y quien me conoce sabe que soy más pacifista que otra cosa. Si tanto se preocupan esos padres por lo que leen sus hijos que antes miren lo que ven en la televisión, que prohiban ver el telediario en sus casas, que les quiten todo tipo de tecnología (esas máquinas que tan bien les vienen cuando están hartos de escuchar a sus hijos). Las dobles morales no valen en esto. La censura es un delito moral. Atonta a las personas, les impiden desarrollarse. Se les prohibe la creación de una propia opinión, de una personalidad fuerte, ajena a los rebaños. Los niños están cansados del estulto trato que reciben.
Estoy cansado de las tonterías. Los silogismos no son siempre certeros y lógicos. Si un niño juega al Counterstrike no tiene por qué ser agresivo y violento. Cuando un niño lee cómics no cree en ningún momento que superman existe y que él podría volar si quisiera. En definitiva solo quiere expresar que dejemos que nuestros hijos y nuestras hijas se desarrollen en el mundo real. Deseo mostrar mi apoyo a la autora del libro y mi felicitación por un libro que me ha recordado mis años leyendo Manolito Gafotas. El libro no es más que un reflejo de la mente de una niña de 12 años. Tendríamos que cambiar la sociedad para que cambiarán esas mentalidades.
Viva el libre pensamiento.
Totalmente de acuerdo. Me cansan los que hablan de prohibir.
ResponderEliminarLo bueno de todo esto para la autora es que se hablará del libro y hay más posibilidades de que lo lean. Ojalá.
Totalmente de acuerdo. Me cansan los que hablan de prohibir.
ResponderEliminarLo bueno de todo esto para la autora es que se hablará del libro y hay más posibilidades de que lo lean. Ojalá.