Si hay algo que maldigo y mucho es el hecho de perder el tiempo en cosas que me parecen absurdas. Últimamente pierdo mucho tiempo en las oposiciones y, a pesar de perder mucho tiempo, no avanzo nada. Es como estar en unas arenas movedizas y por más que se quiere salir de ellas es imposible: mucho esfuerzo y poco resultado. Hasta ahora he intentado no agobiarme ni estresarme, total qué más da, pero ya empieza a acercarse el mes de junio y la presión interna va en aumento. Odio las oposiciones. Las odio con todas mis fuerzas y es lo único que odio en mi vida. Y sin embargo tengo que enfrentarme a ellas de nuevo después de tantos años (2010). Pensaba que con la experiencia, el paso por distintos institutos, la seguridad adquirida en mis clases... pensaba que tras haber crecido algo desde entonces, podría afrontarlas sin temor. No. Me equivocaba. Ahí están con las fauces bien abiertas y yo tan desarmado como la vez pasada. Solo deseo que pasen ya. Que llegue julio y hayan pasado. El temor ya no sé ni si hay razón para tenerlo. El temor, el único temor es fracasar de nuevo. De hecho si hay algo que me frena es el pensamiento de que la vez pasada fracasé, a pesar de todo el tiempo y esfuerzo invertido. Me sentí un inútil. Y es esa sensación la que seguramente más me bloquea. Pero... es lo que hay. Uno no puede escapar de sus demonios, si para llegar a la meta hay que toparse con el mismo demonio.
En Andalucía, por lo menos en la zona de Granada costa y Almería, todo niño pequeño sabe que puede llegar algún familiar o adulto que al grito de un " El agareo " se te lance y con otros niños, los primos o amigos, te agarren el cuerpo, te bajen el pantalón y, tras muchos forcejeos e intentos de no dejar tus partes pudendas al descubierto, acaba quedando semidesnudo de cadera para abajo y recibir un escupitajo en el susodicho pene. Yo he sufrido muchas veces el agareo por parte de mi tía la más joven, aunque nunca me escupía. A simple vista puede parecer un horror, pero en el fondo todos se ríen muchísimo. Yo con el forcejeo me lo pasaba de escándalo, envuelto en risas. Castillo de Salobreña y cruz cristiana a sus pies. Hace unos años descubrí por casualidad el origen de esta tradición andaluza. Se trata de un juego nacido en tiempos de la conversión de los moriscos. No creo que sea necesario situar los hechos, porque todos sabemos lo que ocurrió tras la c
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