No sé si os pasa a vosotros también. A mí me ocurre que o alimento la sensibilidad o la sensibilidad explota en mí. Es una necesidad. Necesito sentirme frágil, localizar belleza en lo más mínimo y derramar algunas lágrimas.
Últimamente estoy muy sensible. Lo malo de esto es que si se excede el nivel de sensibilidad el mundo me devora y, lo que es peor aún, me destruye desde mi propio interior. Se condensa tal grado de destrucción en el centro del cuerpo mismo y estalla en expansión por todos los órganos internos... Estoy mal. Intento negármelo, pero no es normal que anteayer se incendiaria mi garganta de lágrimas cuando me despedí de mi abuela. Ya debería estar acostumbrado. Vivimos separados desde hace demasiados años, 19 o veinte. Ya no me emocionaba tanto despedirme de ella. O sí. A veces no nos damos cuenta de cómo suceden los acontecimientos de lo inmiscuidos que estamos en la historia que estamos viviendo; algo así como cuando uno sale del trabajo y llega a casa en coche sin saber muy bien cómo ha llegado a casa.
Esas subconsciencias automáticas me aterran.
Esto de tener a gente que quiero lejos no me está haciendo ningún bien. Si tuviera a mi madre y a mi hermano lejos también no sé cómo me mantendría en pie. Dependo demasiado del cariño de mi gente. Me duele mucho.
Por eso lo escribo, como terapia para relajar la tensión. Siempre que escribo me siento liberado. Me abro demasiado y quizás en el fondo no sea bueno, pero me importa un bledo, un comino, bien poco. ¿Dónde está la tecla que pone todo en su sitio? Se supone que la existencia es como una partida de ajedrez, pero yo no veo realmente esa metáfora en la vida. En una partida uno empieza y si se aburre guarda el ajedrez y continúa en otro momento. Si uno pierde siempre puede colocar las piezas en su posición de inicio y comenzar de nuevo. Sin embargo en la vida uno pierde y parece que no deja de perder. Por muchas fichas que te comas siempre te acaban ganando. La felicidad no se alcanza precisamente por ello.
¿Quién demonios nos ha dejado en herencia esas ideas tan dañinas de felicidad? ¿Les debemos a los antiguos tantos comederos de cabeza?
¿Les debemos la sensibilidad?
¿Por qué soy tan sensible?
No tengo respuestas. ¡Qué asco no saber responder a nada con seguridad!
La vida me va a ahogar. Helmanticae dice que soy un ave fénix. Trato de recordarlo cada día. Agu también me lo ha dicho alguna vez. Me hundo en las cenizas pero regreso una y otra vez. Lo malo es que nunca resucito con un sentido claro de la vida, con una esperanza firme. Es todo tan absurdo. Tan molesto.
Me molesta ver a la gente envejecer. ¿Qué haré el día que desaparezcan mis abuelos, mi madre, mi gente amada, mi hermano? Voy a enloquecer ese día.
Mal. Pensar mal en lugar de pensar bien. Eso acabo de hacer en todo lo que he escrito arriba. No aprendo la lección. No detengo los malos pensamientos. No pienso bien. Los hoteles que me dan de comer me están envenenando. La vida me está pudriendo.
Crecer es experimentar un millón de veces la vida y a muerte, es tropezar constantemente, no aprender ninguna lección, porque no hay lección que aprender.
Sensible nací, sensible moriré: un pegote de mantequilla al sol del duro verano.
Mi querido J.L. me encanta que compartas con nosotros tus sentimientos. Solo te puedo recomendar el "carpe diem" pero en toda su extensión, para que no vivas con el miedo de ver a la gente envejecer y para que cuando llegue su momento, los pequeños momentos te hagan mantenerte en pie.
ResponderEliminarTe admiro por tu sensibilidad.
Todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pasar. Por tanto efectivamente estoy de acuerdo en que lo único q se puede hacer es coleccionar y vivir intensamente esos momentos de felicidad con las personas queridas; al final, para mi al menos, en eso se resume la vida. Se que no puedo esperar más que la nada del futuro, y que cualquier plan es fútil en el inmenso devenir de los tiempos. No tengo aires de grandeza ni me importa un bledo dejar huella de mi paso en la Tierra. Soy YO; solamente un humano imperfecto y fugaz, pero aún así afirmo mi existencia con esos pequeños momentos de felicidad que encierran en sí mismos la energía del big bang, la singularidad espacio-temporal que creo el universo y será sus destrucción; porque ese momento de felicidad encierra el sentido de la existencia.
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