Hay personas que nos producen un estado de alegría y nos provocan risas con cada frase que dicen. Puede que no estén diciendo nada fuera de lo común, pero hay una especie de química que nos transmite ese sentimiento.
Con la madre de Paco León, el actor, me sucede eso mismo. Es verla en la tele y me dan ataques de risa tontos. No sé si es el tono de su voz, la forma que tiene de expresarse, su cara, sus gestos, el conjunto o qué demonios me lleva a desternillarme. A este mujer la conocí en la película que le dedicó su hijo: "Carmina o revienta". No se trata de una gran película ni mucho menos, pero yo veo a esa mujer tan de barrio sevillano, con ese humor tan andaluz, su desparpajo y la facilidad para reírse de ella misma que hace de la película algo extraordinario. El argumento no es nada del otro mundo: una mujer que se las ingenia para sacar su vida y su negocio adelante, frente a las adversidades que acechan lo cotidiano, con sonrisa y buen humor.
Así pues, tenemos a las personas que nos producen estados maravillosos.
Además, hay gente que produce desazón, tristeza, malhumor, odio... Lo mismo ni conoces realmente a esa persona y ya de antemano no la soportamos y no tenemos ganas de perder nuestro tiempo con ella. Podría nombrar a alguien pero sería desperdiciar minutos en alguien que ni conocéis.
Finalmente, hay personas cambiantes: en un principio nos producen felicidad o tristeza y con el paso del tiempo la primera impresión se trunca y pasamos al sentimiento contrario.
A veces parece que estoy descubriendo algo que no sepáis. En realidad, solo quería hablar un poco de la madre de Paco León, porque la acabo de ver en la tele y me he reído tanto en tan poco tiempo que quería dedicarle unas palabras a ella, así como a todas esas personas que aportan momentos de felicidad en mi vida. Tenemos que aprender a valorar esos minutos o segundos u horas en que reímos tanto que nos duele la barriga. Las risas siempre superarán el efecto que puede producir el sonido del dinero, que tanto se idolatra en estos tiempos de crisis que corren.
¡Riamos! No hay mejor medicina.
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