Siempre igual. Termino un libro de Muñoz Molina y me quedo en tal estado de éxtasis mental que tengo la necesidad de escribir. Escribir sobre el poso que permanece tras la lectura. En este caso concreto, se trata de la memoria. Me doy cuenta de que, conforme pasan los años, los recuerdos se van borrando, solo se mantienen con fuerza los de la infancia o aquellos que comparto con los amigos de toda la vida, porque, cada vez que hablamos o nos vemos, incidimos en tal o cual recuerdo como se imprime una huella una y otra vez a propósito cuando jugabas de pequeño a pisar por las huellas de los demás. Recuerdo que cuando vivía en Francia siempre hacía un esfuerzo especial por retener en la memoria detalles: cómo caminaba la gente, cómo se comportaban, qué colores predominan en las ciudades, las sensaciones que me inundaban a cada momento, experiencias, sabores, anécdotas, olores... Recuerdo que quería empaparme de todo, quedarme calado hasta los huesos de aquellas ll...
Las primeras palabras se plasmaron sobre piedra, quizás, estas de ahora las plasmo sobre las pantallas líquidas de vuestros ordenadores y teléfonos. Bienvenidos/as al espacio donde mis palabras tienen lugar.