Tomando unas tapas y perdiendo el sentido del tiempo, se nos ocurrió escribir un poema con cinco palabras que dijimos al azar. A mí me ha salido esto.
Cuando uno escribe a la luz de la luna
palabras en un cuaderno,
cuando las lee en la arena y con viento,
cuando vuelca en cada acto su cuerpo,
descubre enseguida que no hay nada eterno.
Una mañana el cuaderno era blanco,
sin trazos ni argumentos,
otras era simplemente un lamento,
y de repente la vida la azota el viento,
apaga la luna y te deja descompuesto.
La arena donde leías y a veces escribías,
podía ser la playa o el desierto,
un lugar donde todo es movimiento.
Y es que, amigos y amigas, todo en la vida
son palabras y hechos, escritos en un cuaderno
con tinta de luna y azares movidos por el viento.
Una mañana todo es negro y al día siguiente
una página en blanco lista para otro argumento.
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