Días largos, tortuosos como los grados del termómetro que de repente se han enrollado en una ascensión de mercurio que parece insostenible, como el tiempo que nunca se detiene y a veces me aplasta. Antes habría seguido estudiando sin descanso, a pesar del cansancio; ahora ya simplemente, conforme se acumulan los años sobresale la parsimonia, en mi caso, un querer descansar a pesar de las corrientes. Pero al final uno es siempre el mismo, aunque diferente. Por más que nunca haya dormido siestas, hoy nada más comer, la siesta se ha impuesto, como la preposición que rige un complemento de régimen. Comer y dormir. Esforzarme en arrancarle horas al tiempo y, en cambio, tirarme al sofá y despertar dos horas más tarde. La desgana del que sabe que tiene mucho que hacer y hace sin embargo lo que puede, sea cual sea el resultado. Tendría que estudiar, realizar supuestos prácticos, rematar las unidades didácticas... hacer como acción. Y la cosa es que lo hago, pero no hago lo suficiente. Necesito una vida para aprobar unas oposiciones...
En Andalucía, por lo menos en la zona de Granada costa y Almería, todo niño pequeño sabe que puede llegar algún familiar o adulto que al grito de un " El agareo " se te lance y con otros niños, los primos o amigos, te agarren el cuerpo, te bajen el pantalón y, tras muchos forcejeos e intentos de no dejar tus partes pudendas al descubierto, acaba quedando semidesnudo de cadera para abajo y recibir un escupitajo en el susodicho pene. Yo he sufrido muchas veces el agareo por parte de mi tía la más joven, aunque nunca me escupía. A simple vista puede parecer un horror, pero en el fondo todos se ríen muchísimo. Yo con el forcejeo me lo pasaba de escándalo, envuelto en risas. Castillo de Salobreña y cruz cristiana a sus pies. Hace unos años descubrí por casualidad el origen de esta tradición andaluza. Se trata de un juego nacido en tiempos de la conversión de los moriscos. No creo que sea necesario situar los hechos, porque todos sabemos lo que ocurrió tras la c
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