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La tortuosidad de un tropismo

Días largos, tortuosos como los grados del termómetro que de repente se han enrollado en una ascensión de mercurio que parece insostenible, como el tiempo que nunca se detiene y a veces me aplasta. Antes habría seguido estudiando sin descanso, a pesar del cansancio; ahora ya simplemente, conforme se acumulan los años sobresale la parsimonia, en mi caso, un querer descansar a pesar de las corrientes. Pero al final uno es siempre el mismo, aunque diferente. Por más que nunca haya dormido siestas, hoy nada más comer, la siesta se ha impuesto, como la preposición que rige un complemento de régimen. Comer y dormir. Esforzarme en arrancarle horas al tiempo y, en cambio, tirarme al sofá y despertar dos horas más tarde. La desgana del que sabe que tiene mucho que hacer y hace sin embargo lo que puede, sea cual sea el resultado. Tendría que estudiar, realizar supuestos prácticos, rematar las unidades didácticas... hacer como acción. Y la cosa es que lo hago, pero no hago lo suficiente. Necesito una vida para aprobar unas oposiciones...

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