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Retazos de uno mismo

En cada lugar una parte propia.

Me lo he propuesto muchas veces, pero no lo consigo. No logro no encariñarme con la gente, los lugares donde vivo, donde he vivido. Me dejo siempre retazos de mí mismo que no recupero y a veces me siento desgastado, cuando lo pienso.

Estaba leyendo un texto sobre aprendizaje cooperativo y he tenido que dejar de leerlo porque es inevitable llevarme arrastrado por los pensamientos y las imágenes hacia Fuensanta, su mar de olivos, montañas, nieblas matinales, el frío que ya se instalaba en las paredes de mi aula, el candor reflejado en los ojos de mis alumnos, la comprensión de mis compañeros... Tengo una profesión bella, muy bella, pero en mi caso, como fue en muchos antes, es transitoria, hoy trabajas (mientras otro/a sufre una enfermedad o trae al mundo un nuevo ser), mañana dejas de hacerlo y en ese detenerse de mi función yo sufro y es entonces cuando el enfermo soy yo, sin parecerlo. Me vuelvo un cuerpo vivo con fondo muerto, como la planta que deja de estar a la luz y no recibe el agua ni los nutrientes necesarios. No soy catastrofista, al menos ya no. Sé que mi vida es así ahora. Pero yo soy esto: fundirme con mis alumnos en una danza de cariño, saber, entendimiento, lucha, resistencia por rescatarse cada uno a sí mismo del molde que impone la sociedad, tratando de bailar todos juntos con los pasos de cada uno... ser un ente para de repente no serlo. Me deshago y me dan ganas de llorar, pero no lo hago, simplemente dejo que los sentimientos se paseen por mi epidermis durante un rato y luego impongo la dictadura de la razón. Esto es así.

El tornado, ese del que hablan en la preciosa película “Palmeras en la nieve”, ese que es como la vida, ese que lanza ráfagas que te derriban y entre cada racha aparece la calma. Ese tornado siempre está ahí.

Así yo.


Y ya que nombro la película debo reconocer que al igual que dejamos una parte nuestra en cada lugar, así existen otras cosas que dejan algo propio en nosotros. Precisamente esta película ha dejado en mí un poso de nostalgia, de tristeza, de incertidumbre, de belleza. Es tan bella que no puedo quitármela de la cabeza, el color de sus imágenes, la banda sonora, la fuerza de sus personajes, la historia de amor... tan bella y a la vez tan triste. Así soy yo, así somos todos. Damos y recibimos, nos deshacemos por el camino y nos recomponemos gracias a otros, a otras cosas incluso. Seres de migajas.

En cada lugar una parte propia, un elástico que me mantiene unido a cada sitio. Lleno de recuerdos siempre, como la canción que anuncia "Palmeras en la nieve".




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