No sé bien dónde leí hace poco que la mente de las personas de hoy en día tiende a lo rápido, lo seco, lo fugaz. Tendemos a perder el hilo de la lectura en cuanto esta se hace larga y compleja y no nos queda más remedio que leer y releer muchas veces un párrafo porque a mitad de la frase ya estamos divagando y pensando en otras cosas; parece como si el placer de masticar palabras con tranquilidad y deleite fuera una enfermedad contra la que nos han ido vacunando y ya se ha vuelto imposible. Intento imaginar cómo eran las gentes del siglo XIX; tan capaces para leer obras colosales, donde uno se pierde ahora en los detalles, en las tramas, en el devenir tan lento de la narración, de los acontecimientos de los personajes. Me pregunto cómo hemos llegado a esta situación de fugacidad extrema. ¿Somos ahora más tontos que antes? ¿Tenemos menos capacidad? ¿Tendemos a ir perdiendo cualidades con la evolución? ¿Hemos llegado ya a la declinación? Como siempre no sé nada, salv...
Las primeras palabras se plasmaron sobre piedra, quizás, estas de ahora las plasmo sobre las pantallas líquidas de vuestros ordenadores y teléfonos. Bienvenidos/as al espacio donde mis palabras tienen lugar.