Me descargo la aplicación de blogger para hacer uso de mis tiempos de espera, usar lo que está a nuestra disposición mientras transcurre la hora. Tanteo un poco la aplicación y me pongo a inspeccionar los borradores. Tengo la costumbre de dejar muchos post a medias y no borrarlos nunca. Así, de súbito, uno descubre cosas que creía mal escritas y dejó en mitad de la escritura porque le parecían nefastas, malos engendros. A veces olvidamos que los engendros pueden ser mejores que los originales, que los que creemos perfecto o cuasiperfecto. Ahora por ejemplo he leído un poema que escribí mi última noche de trabajo en el hotel a finales del septiembre pasado y que, a pesar de haberlo terminado, no llegué a pulsar la tecla de 'publier', digo la palabra en el idioma de Molière porque lo tengo en francés, como todas las tecnologías de mi vida. Esta es una costumbre que tomé con mi primer móvil en ...
Las primeras palabras se plasmaron sobre piedra, quizás, estas de ahora las plasmo sobre las pantallas líquidas de vuestros ordenadores y teléfonos. Bienvenidos/as al espacio donde mis palabras tienen lugar.