La eterna espera. Es desesperante esperar que algo ocurra, que el destino cambie y dé un giro en tu vida y que todo empiece a sonreír, si es que eso es posible, porque las cosas y mucho menos la vida no tienen sonrisas ni ojos ni expresión, solo efectos en nosotros. Llevo desde enero esperando que baje la bolsa. Estoy tan cerca, tanto que tengo la cabeza todo el día puesta en eso, en aquello, en lo otro, en lo que me incumbe, en lo que no, en ese caos que puede llegar a ser el pensamiento, una vorágine que no cesa. Y no se mueve. Y el destino no me salva de la futura depresión. En mi vida he tenido siempre momentos en los que era yo el que llevaba las riendas de mi vida, de mi destino. Yo era el que forzaba y pisaba con fuerza y, aunque con miedos, afrontaba lo que deseaba. Tenía la voluntad como arma y la juventud como motor. Tenía un colchón siempre también, un lugar donde resguardarme.Sin embargo también ha habido y habrá momentos en que dependo del destino, ...
Las primeras palabras se plasmaron sobre piedra, quizás, estas de ahora las plasmo sobre las pantallas líquidas de vuestros ordenadores y teléfonos. Bienvenidos/as al espacio donde mis palabras tienen lugar.