Hoy he oído un sonido de esos que parecen ya extinguidos o en vías de extinción. He ido a pagar la mensualidad correspondiente al alquiler y el hombre, de una cincuentena de años, ha sacado una vieja máquina de escribir, de esas que se ven en las series policiacas antiguas, y se ha puesto a teclear el recibí y entonces ese sonido me ha traído a la cabeza fugaces recuerdos de infancia. Creo que a escribir se puede decir que aprendí antes de coger un lápiz y realizar movimientos amaestrados en el parvulario. Creo que mi amor por las letras nació en el tecleo caótico y azaroso de aquella máquina de escribir que teníamos en casa y que yo usaba sin saber ni lo que escribía. Solo me gustaba comprobar que al golpear una tecla una palanca se desplazaba hasta el folio y dejaba enseguida una letra igual a la tecleada. Aquello era algo mágico. La magia existe. La magia está en la cabeza. La magia es un niño o una niña que sueña despierto. La magia es ver una metáfora en cada trozo de la real...
Las primeras palabras se plasmaron sobre piedra, quizás, estas de ahora las plasmo sobre las pantallas líquidas de vuestros ordenadores y teléfonos. Bienvenidos/as al espacio donde mis palabras tienen lugar.