Mi mesita de noche parece un inicio de construcción de un rascacielos. Se me acumulan las lecturas y los libros alcanzan ya una altura que amenaza con asesinarme mientras duerma plácidamente. O no tengo tiempo o no sé organizarme el tiempo de una manera efectiva. Lo peor de todo es que yo sigo iniciando nuevas lecturas sin terminar las ya empezadas y esto parece ya un nuevo pecado capital: la bibliofagia, una especie de gula atragantada, que no sé detener. Algo negativo de esto es que además ya me cuesta discernir entre historias y tengo un popurrí mental de personajes, hazañas, tramas, ritmos... que no consigo diferenciar. Entonces ocurre que me pongo con uno de esos libros y creo mentalmente expectativas que imposiblemente van a cumplirse, porque las ideas e indicios que me llevaban a tal desenlace no son de ese libro, sino de muchos otros, con lo cual más perdido aún. Una locura transitoria. Me temo que a este paso voy a desarrollar una locura transitoria, una manía li...
Las primeras palabras se plasmaron sobre piedra, quizás, estas de ahora las plasmo sobre las pantallas líquidas de vuestros ordenadores y teléfonos. Bienvenidos/as al espacio donde mis palabras tienen lugar.