Era mañana soleada, el aire soplaba débil, casi era imperceptible, una caricia suave y algo tibia. Cuando amanece alegre y todo parece un remanso de paz y tranquilidad has de estar atento, porque debajo de esa falsa imagen se oculta una realidad triste y, en absoluto, utópica; hay familias sin pan, rebaños de vagabundos que se refugian donde pueden, en un cajero, debajo de un banco del parque, bajo la copa de un árbol solitario, tal vez solo protegido por cartones que le ofrecen aislamiento térmico mínimo. Ocurre que, además, encima de esa falsa realidad hay cuatro, si no menos, titiriteros que deciden el presente de la miserable masa ciudadana que los ha situado en ese lugar. Observémoslos de cerca. Espera un segundo; estoy buscando la lupa que tenía hace un rato por aquí. ¡Ajá! Aquí está. Tiene el cristal algo dañado, pero ello no me impide ver la extraña aura de estos cuatro perros. Uno tiene el bigote largo y ladra de una manera "extraña"; no parec...