Ir al contenido principal

Flor, mujer o niña sobre una piscina.

Hadas que son flores o viceversa.

Hubo una vez, no hace mucho, apenas un mes escaso, una flor que con los últimos trazos del verano explotó en color y fuego. De su rojo intenso, la luz del sol extrajo una visión insospechada. Surgió de las sombras de un naranjo una figura elegante, que se deslizaba por el borde de la hierba húmeda. No brillaba ni cantaba ni tenía voz cantarina, solo una mirada refulgente, ajena al mundo, a la realidad; todo un universo atrapado en las pupilas doradas. 

Era una mujer solitaria.

Se acercó a la flor, como quien se mira en el espejo a diario en busca de una seguridad, de una prueba de su existencia, de la normalidad de seguir vivo. Absorbió un poco de su aroma y, con el pecho hinchado de la gracia de una flor como aquella, me miró y esbozó una sonrisa. 

Fue un instante fugaz.

Acto seguido, se giró sobre su cuerpo y continuó su camino sin destino, corría, saltaba y, al llegar a un banco de madera, se sentó allí, posó sus zapatos carmín sobre el asiento y se envolvió en una cálida manta violeta. Los niños jugaban y reproducían la diversión de un delfín en una piscina. Eran felices, sin conciencia de pasado ni futuro, solo atentos al momento presente; sin necesidad de buscar respuestas ni extraer conclusiones de lo que sucede a cada segundo. Concentrados en saltar al agua de cabeza como un alfiler en un trozo de mantequilla, no requieren nada más para vivir.

Atraída por la filosofía inconsciente de aquellos niños, se quedó asombrada y ya no pudo quitarles la mirada. Dio la espalda a la flor y al sol. La manta se aflojó un poco de sus hombros. Ausente, quiso aprender de ellos. 

La noche llegó con precipitación y los niños se fueron corriendo a casa. Ella miró cómo se marchaban. Entonces me dirigió de nuevo una mirada. El oro había desaparecido de sus pupilas. La flor se había marchitado. Ahora quería ser una niña y vivir como tal. Fue a la piscina, se lanzó con efusión y, tras zambullirse en el agua, flotaron pétalos en la superficie.

La piscina se cubrió de un manto de pétalos rojos de fuego y atardecer. 


Comentarios

  1. Precioso cuento deudor del realismo mágico sudamericano, evocador y misterioso que sólo esboza una historia que el lector debe completar. Diríase que la mujer vive como tú entre la realidad y lo ficticio, en un mundo fronterizo que no acaba de decantarse por ninguno de los dos lugares.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La luz que se fue renació en otro nuevo día

  En este atardecer de hace un año,  moría el día, como mueren las historias.  En ese día, aquel, dolían los pies,  como debieron doler a aquel  que una vez corrió en Maratón.  Aquel era este, como este era aquel,  como la guerra que aquí se pierde,  como la guerra que allí se inicia  siempre.  Yo he perdido en guerras que otros ganaron, para después ganar las que otros acabaron perdiendo.  Yo, como todos, dejé coraza y casco, Dejé bandera, casa y hasta mi prado, Como el padre que un día dejó su legado. Perdí la luna y la noche se hizo oscura. Moría el sol y con él la luz.  Pero bien sabemos que al igual que no hay tormenta que dure eternamente, No hay noche que dure para siempre.  Hoy hace cuatro meses que nacía el sol de nuevo,  Cuatro meses,  con sus semanas,  días,    horas,  minutos    y segundos. Hoy no es como el hoy de hace un año. Hoy es un hoy diferente, mucho más iluminado, mucho más claro,  con más soles de amaneceres Que refugios de atardeceres. Hoy eres tú, Hoy soy yo.

Como el viento

El tiempo comparte con el viento su vaivén, sus momentos lentos de suave brisa, de potente huracán o de casi inexistencia, como si no existiera, pero ahí está siempre el aire y los años que pasan acumulados por segundos, minutos, horas, días, semanas, meses... Y así como el viento erosiona todo, seca la tierra y arranca de las plantas el agua que conserva, así el tiempo nos arranca la vitalidad, se lleva con él también la inocencia y las personas, unas veces queridas y otras simples máscaras que vuelan a la mínima ráfaga y tras las máscaras huyen corriendo tratando de atraparlas. Así el viento y el tiempo acaban llevándose la piel, la carne, el hueso, el alma y, como pétalos de flor de buganvillas, rápidamente vuelan y desaparecen. Fin.

Resistencia de Rosa Aneiros en español

Hoy vengo a hablar de un libro que me regaló una estupenda amiga hace un par de meses y que me sorprendió mucho: Resistencia de Rosa Aneiros en español o en castellano, como prefiráis . Rosa Aneiros cuenta en un lenguaje poético, fresco y renovador una difícil historia de amor entre Dinís y Filipa en el Portugal del siglo pasado; explica y narra, además, la atmósfera que rodea a dicho romance: la historia de unos personajes secundarios, que bien podrían ser tratados por principales. Expresa con soltura la velocidad con que pasa el tiempo y deja al final el corazón repleto de salitre. Esta historia nos narra las dificultades de un amor en una época y unas circunstancias determinadas, donde las leyes de la vida lo rigen todo y la resistencia es lo único que puede hacerle frente. En ella encontraremos personajes hechos de salitre y agujas de pino, que deberán afrontar una lucha con la vida y con los personajes que obstaculizan su felicidad, mediante tesón y una acérrima resistencia