Ir al contenido principal

Parmentier, la patata y yo.





¿Qué habría sido de la humanidad sin la introducción de la patata en la alimentación?


Este alimento que está tan presente en la gastronomía no siempre tuvo tanta importancia. Es más, hasta el siglo XVIII se le consideraba indigesto y causa de varias enfermedades. Para nuestra fortuna, llegó el agrónomo francés Antoine de Parmentier y cambió toda idea al respecto. Demostró que su fácil cultivo y su gran valor nutritivo podría ser la panacea a las constantes hambrunas que diezmaban la población desde tiempos inmemoriales. A pesar de las múltiples negativas y del sinfín de obstáculos, el curioso nutricionista fue capaz de convencer a las autoridades de la época y, tras ganar un importante premio, le concedieron terrenos donde cultivar el tubérculo y experimentar con él. Lo interesante fue que de todo esto salieron importantes recetas y una fama popular por la patata impensable; desde ese momento pasó a llamarse "Parmentière", en honor a su más relevante defensor.

A día de hoy, su nombre sigue empleándose en recetas que llevan patata.


Aquí ponían ese kiosko de patatas.
¿Por qué os hablo hoy de este asunto? Como ya me conocéis, aquellos que me soléis leer, muchas de mis entradas en el blog se desarrollan en función de un mecanismo de relación, por el que una cosa me lleva a otra y se interrelaciona con otra más, de tal modo que se crea una especie de telaraña temática. Es el mecanismo de Proust. Esta mañana he visto en la televisión un documental sobre la patata frita, que por cierto me ha abierto el apetito sobremanera, y mientras disfrutaba del espectáculo visual y de las curiosidades que iban narrando me he acordado de un momento especial de Toulouse: las patatas fritas con mayonesa (des frites mayo, como se dice en francés) de la Place du Capitole, en pleno centro de la ciudad. Cuando salía de fiesta, siempre al regresar a casa mi amiga Maripi y yo hacíamos parada en el kiosko de patatas fritas que por arte de magia aparecía en la plaza al marcar la hora del contrahechizo de Cenicienta. Aquellas patatas sabían a gloria. Hechas en el punto exacto de aceite y cortadas con el grosor perfecto, morder cada una de esas patatas era tocar el paraíso y rozar el infierno. Recuerdo que las servían en un cucurucho de papel de estraza, que al mismo tiempo me traía gratos recuerdos de la infancia cuando en los puestos de la feria mi madre me compraba cucuruchos de garrapiñada. Otras veces, cuando ya de vuelta en España salía de fiesta, siempre me asaltada la morriña por aquellas patatas fritas. 

A la vez que escribo este post rememoro las palabras de mi abuela: "Con un saco de papas vive un pobre." Y tiene razón, sin Parmentier las hambrunas habrían seguido arrasando con miles de vidas; en cambio, descubrir que la patata podía entrar en la alimentación trajo alimento a estómagos habituados más al aire que  a la nutrición. Con una patata se puede cocinar desde un puré de patatas, una tortilla de patatas, unas papas a lo pobre (papas a lo desgraciao, en términos de mi abuelo), una patata asada, una ensaladilla de patata con mayonesa, maíz, atún y aceitunas (ensalada rusa), patatas con puerro, nata y pimienta, patatas con queso... hasta las deliciosas y no tan sanas patatas fritas. 

Patatas baratas, patatas nutritivas.

Gracias, Monsieur Parmentier. Sin ti, la vida habría sido muy distinta. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Resistencia de Rosa Aneiros en español

Hoy vengo a hablar de un libro que me regaló una estupenda amiga hace un par de meses y que me sorprendió mucho: Resistencia de Rosa Aneiros en español o en castellano, como prefiráis . Rosa Aneiros cuenta en un lenguaje poético, fresco y renovador una difícil historia de amor entre Dinís y Filipa en el Portugal del siglo pasado; explica y narra, además, la atmósfera que rodea a dicho romance: la historia de unos personajes secundarios, que bien podrían ser tratados por principales. Expresa con soltura la velocidad con que pasa el tiempo y deja al final el corazón repleto de salitre. Esta historia nos narra las dificultades de un amor en una época y unas circunstancias determinadas, donde las leyes de la vida lo rigen todo y la resistencia es lo único que puede hacerle frente. En ella encontraremos personajes hechos de salitre y agujas de pino, que deberán afrontar una lucha con la vida y con los personajes que obstaculizan su felicidad, mediante tesón y una acérrima re...

Una tradición muy andaluza: el agareo

En Andalucía, por lo menos en la zona de Granada costa y Almería, todo niño pequeño sabe que puede llegar algún familiar o adulto que al grito de un " El agareo " se te lance y con otros niños, los primos o amigos, te agarren el cuerpo, te bajen el pantalón y, tras muchos forcejeos e intentos de no dejar tus partes pudendas al descubierto, acaba quedando semidesnudo de cadera para abajo y recibir un escupitajo en el susodicho pene.  Yo he sufrido muchas veces el agareo por parte de mi tía la más joven, aunque nunca me escupía. A simple vista puede parecer un horror, pero en el fondo todos se ríen muchísimo. Yo con el forcejeo me lo pasaba de escándalo, envuelto en risas.  Castillo de Salobreña y cruz cristiana a sus pies. Hace unos años descubrí por casualidad el origen de esta tradición andaluza. Se trata de un juego nacido en tiempos de la conversión de los moriscos. No creo que sea necesario situar los hechos, porque todos sabemos lo que ocurrió tras la c...

Sin escribir escribiendo

Estoy perdido de la red, pero pronto estaré de vuelta por aquí. Estoy acumulando energías y cada vez me noto con más ganas de volver, escribir, contaros mis conclusiones, mis tonterías varias o simplemente comunicarme con los pocos que me leéis. Por lo pronto me apetece escribir un poco ahora, sin guion previo, como a mí me gusta tanto, como la imitación de la naturaleza, dentro de un orden que no sigue orden, de un caos que no es en realidad caos. Este verano ha sido muy duro en muchos sentidos y agosto, en especial, me ha dejado como dentro de un agujero negro, pero aquí estoy vivo y coleando, como el pez que a pesar de haber sido pescado a veces vuelve al mar y nada como ya lo hacía antes de caer en el anzuelo. Me han pescado este verano los overbookings, los descuadres, las cuentas no ajustadas, las broncas, los papeleos y los clientes estúpidos. Sí, he dicho estúpidos, porque también los hay, aunque por suerte no es la norma general. Para mi sorpresa, no he escrito ni una sol...