Ay, el camino que cada día se hace más estrecho. Es más estrecho, aunque parezca que no. Me dicen que no es más estrecho, que es el mismo camino, pero yo no lo veo. Miro con insistencia y tengo la impresión de que, lo que antes había sido no ya un camino sino todo un horizonte abierto a la exploración, se está convirtiendo en una diminuta vereda, que circunda un acantilado con un enorme vacío a su lado. Me dicen que no, que no es otro camino, que no se está estrechando nada, pero se estrecha y el agobio me sobreviene con mayor frecuencia y sé que la llamada se hace más intensa: "Ven, ven, déjate precipitarte. No camines más. ¿Para qué?" La voz es algo tenebrosa y posee la tesitura propia de un susurro fantasmal. Y claro, la piel se me eriza al mismo tiempo que una leve energía me atrae hacia ese precipicio, y no puedo hacer oídos sordos y no prestarle atención, porque, en contraposición a la estrechez del camino, la tonalidad de la misma se amplifica. "Ven, ven. Cae". Y yo no quiero caer, pero sé que voy a caer. Y caeré, porque las piernas también comienzan a flaquear, de tanto camino, de tanta mala racha, de tan poco apoyo real.
Hoy vengo a hablar de un libro que me regaló una estupenda amiga hace un par de meses y que me sorprendió mucho: Resistencia de Rosa Aneiros en español o en castellano, como prefiráis . Rosa Aneiros cuenta en un lenguaje poético, fresco y renovador una difícil historia de amor entre Dinís y Filipa en el Portugal del siglo pasado; explica y narra, además, la atmósfera que rodea a dicho romance: la historia de unos personajes secundarios, que bien podrían ser tratados por principales. Expresa con soltura la velocidad con que pasa el tiempo y deja al final el corazón repleto de salitre. Esta historia nos narra las dificultades de un amor en una época y unas circunstancias determinadas, donde las leyes de la vida lo rigen todo y la resistencia es lo único que puede hacerle frente. En ella encontraremos personajes hechos de salitre y agujas de pino, que deberán afrontar una lucha con la vida y con los personajes que obstaculizan su felicidad, mediante tesón y una acérrima re...
uuuuuuuuuuu! Una entrada algo negativa. Precipicios hay muchos en la vida, pero están para que aprendamos de ellos, ya sea porque nos caemos ya sea porque los evitamos.
ResponderEliminarUn abrazo verde asturiano (desde donde estoy de vacaciones)
Muchas gracias, Helmanticae Maria. Bonito sitio para veranear. Otro abrazo para ti. :)
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