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Mostrando entradas de marzo, 2015

Lecturas

Estos días que he estado de puente los he pasado prácticamente en casa, casi sin salir, salvo para pasear a mi perrita. Lo primero que he hecho, después de desayunar, ha sido entrar en la red, navegar entre curiosos artículos, noticias asombrosas (para mí hay muchas noticias que son asombrosas y esto es algo que me gusta de mi forma de ser, ese despertar que mantiene la mente despierta y que espero no se me vaya nunca) y he escrito algo en este blog que a veces tengo tan abandonado, cosa que no me gusta tanto, pero qué vamos a hacer.  Después de terminar la densa lectura de Como la sombra que se va , he empezado otra lectura mucho más ligera, tanto que he necesitado adaptarme de nuevo a las lecturas livianas. Me sorprende lo errático de la mente, la plasticidad de esta y comprobar, cada vez que hago este ejercicio, que cuando la cabeza se moldea a los textos complicados esta se pierde en los textos simples y viceversa. No sé si es algo que me ocurre solo a mí, que soy un ser extra

Como la sombra que permanece

Ahora que termino la lectura de Como la sombra que se va , de Antonio Muñoz Molina , y me deja una sensación de desazón, no porque sea una mala novela, más bien al contrario es una novela rica, compleja, llena de profundidad e hilos entrelazados con maestría, la de un tejedor de historias que siempre me deja asombrado y que siempre hunde las agujas y los hilos de sus tramas en los más hondo de mi ser. La desazón de la que hablo es producto de haber estado en la conciencia de un asesino, de una víctima y de un escritor en sus primeros años.  Dice A. M.M que la novela llegó a ser una verdadera obsesión. Lo creo a pies juntillas, porque yo mismo como lector me he envenenado con esa historia. Está tan bien narrado, tan bien enfocado todo. Dicen muchos lectores que no ven la relación de las historias entrelazadas entre Earl Ray, Martin Luther King y el propio Antonio Muñoz Molina. En cambio yo veo mucha relación: una obsesión. Los tres protagonistas de esta historia viven con una