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Mostrando entradas de febrero, 2015

El reino del terror

Ver cómo destruyen la memoria de la humanidad permanente en la piedra trabajada hace miles de años es un crimen atroz.  Lo que la apisonadora del tiempo no ha conseguido eliminar; manos guiadas por ideologías han dinamitado y reducido a polvo la piedra como los castillos de arena derribados por la tempestad. Ayer, creo que fue, vi cómo en Irán destruían a martillazos obras de arte conservadas y preservadas a lo largo de tantos años. ¿La razón? Porque eran anteriores al islam. No hay razón que justifique la destrucción. No puedo entender semejante salvajismo, soy incapaz de digerir tal cantidad de terrorismo. No entiendo nada. ¿Por qué destruir la memoria? No sé explicarme, estoy traumatizado. Tal magnitud de caos me desborda. ¡Cómo puede haber seres tan necios y nefastos! En nombre de una religión, como excusa para todo, hacen lo que les sale de las narices, destruyen lo que les apetece, cortan cabezas literalmente, queman vivas personas con ideas distintas, caminan a su antojo po

César o Gerión

Ahora me gustaría escribir sobre un hecho ocurrido hoy con unas compañeras de oficio, pero no voy a comentarlo, sino que simplemente voy a escribir sobre la importancia de ser coherente con uno mismo. Yo soy sensible y comprensivo. Dicen que debería aprender a ser rígido y menos comprensivo. Podría serlo, con toda seguridad, si me metiera en la piel de un César gobernando sus tropas romanas para combatir a los Galos y hacerme con todo su territorio. ¿Pero debo convertirme en un romano cuando soy un tartésico? Me equivoque o no yo soy Gerión más que César. Por lo tanto prefiero la benevolencia y la simpatía, acorde conmigo mismo y con mi forma de ser, antes que la dureza del acero. Una torre de acero tiene la ventaja de que permanece firme y no se inclina ante ningún ráfaga de viento; una espiga de trigo se doble con el viento y hasta puede volar. Yo prefiero doblarme con los vientos y volar, si es necesario, fundirme entre las personalidades de mis alumnos y no ser otra tragedia en su

Más listo que el hambre

La estabilidad mata el ingenio, así como el hambre alimenta el intelecto y hace al más tonto el más astuto. Cuanta de ello es el hecho de que mi blog ha perdido en frecuencia de publicación de posts. Siempre me ocurre, como supongo que a todos, que cuando la paz está en mí no encuentro tanta necesidad para escribir y, aunque me acuerdo cada día de este espacio que tanto aire fresco me ha dado siempre, vuelvo cada vez menos a este rincón acuático y léxico-ideológico-experimental-liberador-gratificante. De hecho, como me estoy demostrando ahora, he llegado a un punto en el que si entro en el blog y me lo propongo no tengo dificultad para la escritura. Es cierto que no fluye con la celeridad y la facilidad que lo hace cuando la tormenta acude a mis poros y los obstruye con rayos, truenos e inundaciones. Pero como veis también, o más bien vais a ver, ya no tengo nada más que decir, por lo tanto tengo razón con mi primera frase de este post: la estabilidad mata el ingenio. Estoy en un

La historia propia es la más universal de todas

El otro día me preguntaba qué historia debía contar yo como partícipe de mi generación y como obligación que todos tenemos con la humanidad. No sabía la respuesta y ahora sí la sé. No hay más historia universal que debamos contar que la nuestra propia, de la que somos protagonistas y que posee tantos matices y tantas riquezas que difícilmente una historia puede exponer con tanto detalle como la vida misma segundo a segundo. ¿Os imagináis la cantidad de tinta y de papel que necesitaríamos para poner por escrito todo lo que nos ocurre, cómo nos ocurre, qué no vemos en el momento, cuáles son las sensaciones, cuáles las opiniones de los demás personajes de la trama, etc.?  Quizás deba conformarme con vivir esa gran historia que es la propia, si soy incapaz de escribir y vivir una ajena y ficticia, a pesar de que son muchas las que permanecen latentes en mi mente y cuyos personajes han adquirido una entidad que podrían tomar tinta y papel y ponerse a escribir ellos mismos su propia

Historias universales

"Hay historias que cada generación debe contar." Virginia Woolf Recuerdo que decía Bernard Werber en Les Thanatonautes que existen dos tipos de personas: por un lado están aquellas que leen libros y luego cuentan historias; por otro lado están aquellas que no leen y escuchan las historias que cuentan los primeros. Yo añadiría que ahora además están aquellas que ni leen ni escuchan esas historias. Simplemente escuchan historias vacías y carentes de profundidad, meras anécdotas planas. Y si estiro un poco más hasta podemos ver otro tipo de personas que ni escuchan esas historias superficiales, sino que más bien permanecen lejos de la realidad, sin pensar, en un universo paralelo detenido, girando en torno a la propia historia personal.  A pesar de lo que acabo de decir, debería puntualizar que incluso la última clase de persona no puede vivir sin historias, aunque estas no sean más que contarse la historia de uno mismo, en ese estado de ombliguismo tan post moderno